La flauta mágica

En la ópera de Mozart, la flauta mágica tiene el poder transformador del amor : cuando suena, la persona que agrede se vuelve amable, en el sentido primero de la palabra. En los años ’70 Ingmar Bergman filmó la ópera con una simplicidad magistral ofreciéndonosla como un regalo. Y heme aquí, en febrero de 2006, sentada ante mi televisor deleitándome con la película. Pero este placer no habría sido posible sin la intervención de Bernadette.

Bernadette es sola. La soledad se le nota en la colección de estampas de caballos pegadas en la pared de su oficina, en su añoranza por Cork (un mapa, un calendario, fotos, tarjetas,…), en el cuerpo poco armonioso, incómodo en su estar en el mundo y sometido a todas las enfermedades que andan por ahí. Las primeras veces que voy a darle clases de conversación en castellano, suele darme abiertamente la espalda más preocupada por el ordenador que por mi presencia y los temas de la charla, que se arrastra lenta mientras busca las palabras, no van más allá de los múltiples dolores que la aquejan o de los problemas domésticos.

Las clases suceden siempre en la oficina a la hora del mediodía. Pero una mañana me deja un mensaje en el teléfono para avisarme que ha tenido un pequeño accidente y pedirme entonces que vaya a su casa para la clase. Voy. El departamento de Bernadette me revela rasgos inesperados : cantidad de CDs de música clásica y películas se apilan en estantes, en una silla, en una mesa baja, sobre la alfombra. También hay un retrato de Bernadette joven con expresión soñadora. Detrás de la mujer que se queja, hay un sufrimiento real, hay una vida. En su casa, Bernadette está más cómoda, más libre de mostrarse como es. Más de una vez voy a su casa : instaura la costumbre de llamarme si está enferma, cosa que sucede a menudo, y pedirme que cambiemos de sitio.

Una de esas veces descubro, en la pila que hay encima de la silla, el CD de «La Flauta mágica » filmada por Bergman. Me da alegría descubrirlo porque aún recuerdo el placer que sentí al ver la película en el cine con mi madre y mis hermanos hace años, porque imagino cómo les gustaría a Lorenzo y a Oliver. No puedo evitar preguntarle a Bernadette, aunque ya me estoy yendo, que dónde la compró, que me encantaría conseguirla. Me explica, feliz de serme útil, que en una librería nueva por ahí cerca. Cuando salgo, paso por la calle que me ha dicho pero no la encuentro. Me digo que no importa, que otro día, y vuelvo a casa.

Hoy a las 11h30, cuando llego a su oficina, Bernadette me tiende una bolsa de plástico y me dice ‘Es para ti’. Adivino antes de abrirla. Ha ido a comprame « La flauta mágica ». Para mí. Porque sabe que me gusta. Me emociona esa mujer sola que está entregándome su corazón en ese regalo. Cuando me despido, como sabe que me voy unos días de vacaciones, me desea ‘Diviértete’.

El poder de la flauta mágica.

Comentarios

Entradas populares de este blog

instantánea

a oscuras

Hacia